“Cualquier destino, por largo y complicado que sea,
consta en realidad de un sólo momento:
el momento en que el hombre sabe para siempre quién es”
Capítulo 3
El Encuentro con tu Dragón
“Tu valor te trajo hasta aquí,
pero si traspasar quieres este umbral,
aún se te exigirá más.
Aquello que buscas tendrás
cuando a mi te enfrentes
y vencedor quedes al final.
Mi fuerza será tu victoria
y, como siempre lo ha sido,
lo que custodio, tuyo será.
Encontraste lo que siempre has tenido
y de forma inconsciente has olvidado o temido.
Conmigo tu búsqueda termina,
porque tu destino, soy yo.”
Estos versos no reflejan otra cosa que el encuentro contigo mismo, tantas veces personificado o “cosificado” fuera de ti: ese lugar al que nunca accedes y que, sin saber por qué, olvidas o temes. El dragón, presente en la mitología y en la tradición oral y escrita de tantas culturas, representa la lucha, la fuerza y la custodia de ese lugar sagrado que atesora lo que el héroe precisa encontrar para llegar a ser él mismo.
Y ante tu dragón te situarás enfrentando tu temor con tu propio valor, consciente de que ambos son la cara y la cruz de la misma moneda. ¿Qué te falta a ti para llegar a ser tú mismo? ¿Qué parte de ti permanece aún oculta y sobre la que aún no eres soberano?
Para responder a estos interrogantes te propongo la siguiente metáfora: imagina que la realidad, el mundo, la vida y aquello donde ahora te desenvuelves y del cual formas parte, es un gran puzzle infinito, siendo tú una de sus infinitas piezas, única e irrepetible. Para encontrar tu lugar en ese puzzle, precisas conocer tanto tu propia imagen, como tus entrantes y tus salientes, sin prescindir de ninguno de ellos. Ninguna parte de ti es más que otra y todas se necesitan presentes en ti para que seas la pieza que encaja a la perfección en el lugar que te corresponde en el puzzle.
En la vida ocurre algo similar y sentirás que no encajas en alguna situación, si no es tu lugar o si, siendo tu lugar, no vas “completo” con tu propia esencia y tus propios entrantes y salientes. También tu moneda deberá tener su cara y su cruz y aquella parte de tu ser que niegues u olvides llevar contigo, la custodiará tu dragón y solamente tú podrás y sabrás cómo hacerte con ella para completarte y ser tú mismo, contribuyendo de forma única e irrepetible en la vida.
Recuérdalo: cuando te encuentres ante una dificultad, la podrás enfrentar con la otra cara de tu moneda. Tu dragón te estará retando a que consigas hacerte con aquello que custodia y que, siendo tuyo, necesitas recuperar para ser tú mismo.
Notas:
La imagen que acompaña esta publicación corresponde a uno de los mosaicos descubiertos en la antigua colonia griega de Kaulon, actual ciudad de Monasterace Marina en la región de Calabria, al sur de Italia.
La cita de presentación corresponde a Jorge Luis Borges, perteneciente al cuento «Biografía de Tadeo Isidoro Cruz», incluido en su libro El Aleph.
El texto de la publicación corresponde al capítulo número 3 del libro «Ángelus, el mensaje oculto en el sentido de la vida», del mismo autor de este blog y que será próximamente publicado.
Ese dragón debemos de hacerlo cada día más 💪 fuerte y no tratar de matarlo o domesticarlo. Es el guardián del mayor tesoro que el ser humano posee. Se encuentra dentro de nosotros mismos y lo compone “nuestra propia esencia” íntima y en permanente conexión con el Universo. Si somos capaces de mantener nuestro guardián interior, cada día comprenderemos más nuestra nuestra alma. Entrenando dura y permanentemente con el y su fiereza, en tan poderosa tarea: guardar nuestro tesoro.